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§• Príncipes de
Viana:
La otra emblemática
dignidad del viejo reino, el título de "príncipe
o princesa de Viana", permaneció tras la muerte de
S.M. doña Isabel revertida en la Casa
Real Navarra tal y como lo estaba desde el
reinado de S.M. don Enrique II "de Albret"
a la espera de ser
otorgado por quien tuviera facultad dinástica para
hacerlo. En base al Derecho premial el título es de
concesión real no hereditaria,
inherente a la Casa Real de Navarra, lo que significa
que la distinguida dignidad
únicamente puede ser concedida por el titular de la
Corona navarra, para recaer en algún descendiente del
citado titular de la
Corona. Se trata por lo tanto de un título electivo y no
hereditario, que el titular de la Corona tendrá a bien
conceder para honrar al príncipe o princesa heredera,
o a sus inmediatos sucesores.
El título fue
concebido en el siglo XV por S.M. el rey don Carlos "el
Noble" como un signo de prestigio y dignidad
añadido para un heredero a la Corona y la
majestad regia de Navarra, creando dentro del reino un
principado a la manera de las grandes cortes europeas de
su tiempo. El monarca constituyó un principado entorno a
las poblaciones fronterizas de la Sonsierra de Navarra
con cabeza en la villa de Viana, la misma que varios
siglos antes ya fuera necesario fortalecer por S.M. don
Sancho VII "el Fuerte" para asegurar la frontera frente
a las agresiones castellanas. El rey dotó el novedoso título
y las rentas que del principado se obtuviesen no para su
inmediata heredera, su hija doña Blanca, sino para el
siguiente en la línea de sucesión, su
único nieto varón llamado igualmente don Carlos en honor al abuelo2 .
La designación formal del joven infante Carlos como
"príncipe de Viana" tuvo lugar en Tudela el 20 de enero
de 1423
.
Trascripción del documento
fundacional del "Principado de Viana":
52.74
|
« Karlos, por la gracia de Dios, rey de Navarra, duque de Nemours: a todos los presentes, y advenir,
que las presentes letras verán, salud.
Como el linage humano sea inclinado, y apetezca, que los hombres deban desear pensar en el ensalzamiento del estado
y honor de los hijos, y descendientes de ellos, y poner y exaltar aquellos en acrecentamiento y supereminencia de
dignidad y honra, y por gracia, y bendición de nuestro Señor Dios, nuestros muy caros y muy amados hijos el infante
D. Juan de Aragon y la reina D.ª Blanca
[otrora reina consorte de Sicilia], nuestra primogénita y heredera, hayan habido entre ellos al infante D.
Karlos, lur hijo nuestro muy caro y muy amado nieto, hacemos saber, que
Nos por el paternal amor, aficion y bienquerencia,
que habemos, y haber debemos al dicho infante D. Karlos nuestro nieto, queriendo
poner, constituir, y ensalzar en
honor y dignidad, segun somos, tenidos y lo debemos hacer, movidos por las causas, y razones sobredichas, y otras
que luengas serán de exprimir, y declarar, de nuestra cierta sciencia, y movimiento proprio,
gracia especial, y
autoridad real, al
dicho infante D.
Karlos habemos dado y damos, por las presentess, en dono y gracia especial,
las villas y castillos y lugares que se siguen.
Primo, nuestra villa y castillo de Viana con sus aldeas. Item nuestra villa y castillo de Laguardia con sus aldeas.
Item nuestra villa y castillo de Sanct Vicente con sus aldeas. Item nuestra villa y castillo de Bernedo con sus aldeas.
Item nuestra villa de Aguilar con sus aldeas. Item nuestra villa de Uxenevilla con sus aldeas. Item nuestra villa de
Lapobloción con sus aldeas. Item nuestra villa de Sanct Pedro, y de Cabredo, con sus aldeas y todas nuestras villas,
y lugares, que habemos en la Val de Campezo; y assí bien nuestros castillos de Marañon, Toro, Ferrera y Buradón;
Y habemos erigido y erigimos, por las presentes, nombre y título de Principado sobre las dichas villas y lugares,
y le habemos dado, y damos título y honor de Príncipe; y queremos,
y ordenamos, por estas presentes,
que de aquí
adelante se intitule y nombre Príncipe de Viana,
y todas las dichas villas, castillos, y lugares, hayan de ser y
sean
del dicho
Principado [de Viana], y de su pertenencia. Item ultra, al dicho infante nuestro nieto, ultra las villas de
Corella y Cintruénigo, que le dimos antes de ahora, habemos dado, y damos por las presentes, en herencia perpetua,
nuestra villa de Peralta y Cadreira con sus castillos; y queremos que de aquí adelante él se haya de nombrar señor
de las dichas villas de Corella y Peralta. Y todas nuestras dichas villas, castillos, y lugares, habemos dado y
damos, por las presentes, al dicho infante D. Karlos nuestro nieto, con todos sus vasallos, que en ello son, y
serán, para que los tenga, possida, y espleite y defienda, como cosas suyas propias.
Toda vez por cuanto,
segun fuero, y costumbre del dicho reyno
de Navarra, aquel es indivisible, y non se puede
partir, por esto, el dicho infante, non podrá dar en caso alguno, vender, y alienar, empeynar, y dividir,
ni distrayer, en ninguna manera,
las
dichas
villas y castillos,
y lugares en todo,
ni en partida, en tiempo
alguno en alguna manera; antes aquellas
quedaren íntegramente, é
perpetualmente [vinculados]
á la corona de Navarra.
Y así mandamos á nuestro tesorero, y procuradores, fiscal y patrimonial, y qualesquiere nuestros oficiales,
que las presentes verán, que al dicho infante D. Karlos, ó a su procurador por él, pongan en possession de
las dichas villas, castillos, y lugares, y le dexen, sufran, y consientan possidir, y tener aquellos, como
cosas suyas propias; car assi lo queremos, y nos place. En testimonio de esto Nos habemos fecho sellar las
presentes en pendientes de nuestro gran sello de chancillería con lazo de seda en cera verde. Dada en Tudela
en veinte de jenero l'aynno del nacimiento de nuestro Señor mil quatrocientos
y veinte y tres. Por el Rey: Martín de San Martín, secretario. » |
|
|
Las tradicionales
pautas de designación del rango prosiguieron en el
tiempo hasta el reinado de S.M. la reina propietaria
Catalina I "de
Foix". Su primer hijo varón, S.A.R. don Andrés
Febo, fue proclamado IVº Príncipe de Viana y jurado
heredero por los navarros
[ ]52.262,
51.36. Desgraciadamente la vida del
joven príncipe se truncó antes de tiempo al fallecer en
Sangüesa en abril de 1503, quedando los reyes sin
heredero varón. Estando la reina nueva y
providencialmente encinta, al cuerpo del malogrado
príncipe se le dio sepultura en la cercano monasterio de Leyre. El mismo mes de noviembre,
un par de semanas después, la reina dio a luz en
Sangüesa un nuevo heredero varón a la Corona entre
las 8 y las 9 de la mañana del martes 25 de abril52.249
al que dieron por nombre Enrique. Al igual que
su difunto hermano, el nuevo heredero fue también nombrado príncipe de Viana
[ ]52.249
y beneficiario del consiguiente envío de rentas
provenientes del principado.
Tras la ocupación
militar del Reino de Navarra iniciada por los ejércitos
castellanos en julio de 1512 el por entonces vigente
príncipe de Viana, S.A.R don Enrique de Albret, que
había sido designado con ese rango por sus
progenitores y ratificado como heredero por las Cortes del reino
años antes de iniciarse la invasión, tuvo
que exiliarse al norte de la frontera septentrional de
Navarra. Aunque tras la ocupación militar extranjera
dejó de percibir el envío de rentas provenientes del principado de Viana, S.A.R. don Enrique que por
aquel entonces
contaba con apenas 9 años de edad
preservó sobre sus hombros el principesco título, y así
continuó incluso después de que S.S. el papa Julio II
expidiese presuntamente [ ]45.20,
46.53 el 18 de febrero de 1513 y
mientras agonizaba en su lecho de muerte la bula
llamada "Exigit Contumacium"32.10,
45.25, 52.259.
La citada bula
papal, de cuestionable validez canónica, respondía al encargo de S.M. don Fernando "el
Falsario" para justificar, pergamino y presunta tinta
del agonizante pontífice mediante, la invasión militar
previamente consumada del Reino de Navarra. La sentencia
de descomunión resolvía asimismo desposeer
explícitamente de los títulos y dignidades reales a los
reyes Catalina de Foix y Juan de Albret, pero sin
embargo, el contenido de la bula descuidó toda expresa mención al príncipe y al
principado de Viana [ ]45.25. Por añadidura, como el rango de "príncipe de Viana" ostentado por Enrique de Albret estaba revalidado
por las Cortes con antelación a las privaciones de
honores contenidas en la bula, las citadas privaciones de honores no alcanzaban a las distinciones del púber
Enrique quien con arreglo al derecho canónico proseguía
siendo el único príncipe de Viana vigente. Así, durante el periodo de ocupación del territorio navarro por
los españoles, la legítima familia real navarra exiliada al
norte mantuvo vigente en la persona de S.A.R. don Enrique el
principesco rango vianés, mientras que tanto Fernando
"el Falsario" como sus descendientes ignoraron el
título.
De igual manera,
las Cortes navarras que estaban bajo el control punitivo
de don Fernando "el Falsario" también se desentendieron
del título de "príncipe de Navarra" y nunca designaron a la princesa de Asturias doña
Juana como princesa de Viana aunque ostentase la
condición de inmediata heredera del usurpador del trono
pamplonés don
Fernando, y en el futuro llegase a reinar en Castilla
como Juana I, más conocida con el
sobrenombre de "la Loca". Análogamente, ninguno de los sucesivos reyes de la
dinastía de los Habsburgo gobernantes en la Navarra
meridional ni los consecutivos "príncipes de Asturias",
verbigracia Carlos de Austria, Felipe de Austria,
Fernando de Austria, o Diego de Austria entre otros, añadieron
nunca en vida el título de "príncipe de Viana"
a sus
titulaciones, ni percibieron rentas provenientes del
citado principado para su exclusivo beneficio personal.
Paralelamente en el seno de la
legítima familia real navarra exiliada al norte, tras el fallecimiento en
de S.M. doña
Catalina "de Foix" en 1517 y en virtud del Fuero de
Navarra el todavía vigente príncipe
de Viana don Enrique de Albret fue proclamado nuevo rey de Navarra,
quedando el título de "príncipe de Viana" revertido
en la Corona a la espera de que el joven monarca
sangüesino contrajera matrimonio, procreara
descendencia, asignara a los mismos la distinción a
título de señalamiento o fuera posible restituir el
principado de Viana.
Entre tanto el
inmediato heredero de don Enrique II "de Albret", célibe
y sin descendencia, era su hermano pequeño el príncipe
Carlos de
Albret49.7.
El todavía imberbe heredero
[ ] don Carlos de Albret no
alcanzó el rango de "príncipe de Viana" por no ser descendiente
directo del rey vigente, su hermano Enrique II, y la
titulación que empleó hasta el final de sus días fue la
de "príncipe de Navarra"
[ ].
Tras contraer finalmente don Enrique II matrimonio en 1527 con la condesa consorte
viuda de Alençon doña Margarita de Angulema, el rey tuvo
primeramente como descendencia en 1528 a una hija a la
que pusieron por nombre Juana, y a la que tampoco se le
llegó a designar el rango de "princesa de Viana" reservando tal vez la real gracia al nacimiento
de un heredero varón que se demoró dos años más en
llegar al mundo, contando ya Margarita 38 años de edad, y al que
pusieron por nombre Juan en honor a su abuelo paterno el
rey de Navarra Juan III "de Albret". Lamentablemente el
príncipe neonato fallecerá el día de Navidad de 153041.5
sin alcanzar si quiera los 6 meses desde su
alumbramiento
[ ]41.5.
Sumidos en la pesadumbre por la prematura muerte del
príncipe Juan3 y con el periodo de fertilidad de la reina
Margarita cercano a expirar, los monarcas navarros no
pudieron engendrar mas descendientes que hiciesen
compañía a su única hija superviviente la pequeña Juana
(futura reina
Juana III) y la dignidad de "príncipe de Viana"
quedó revertida en la Corona Navarra4 .
A tenor de las
pautas históricas previamente mencionadas
[ ], y a diferencia del título de
"príncipe de Navarra", la legitimidad del título vianés
exige históricamente de una serie de condiciones:
El primer requisito radica en que imperativamente se
requiere de la existencia de un vínculo de sangre entre
el vigente titular depositario o depositaria de los
legítimos derechos dinásticos del reino y el designado
príncipe o princesa de Viana, por lo que no se contempla
que el designado no sea descendiente directo de quien le
conceda la gracia. La segunda, aludida parcialmente en
la primera, consiste en que el título se obtiene por
nombramiento o designación real, no bastando el simple
criterio de parentesco o derecho de sangre para
considerar a un portador legítimo merecedor del título.
La tercera, igualmente anticipada en la segunda, estriba
en que el privilegio únicamente puede ser concedido por
quien ostente la titularidad de los derechos legítimos
del reino navarro, y no por usurpadores o miembros
ajenos a la dinastía legítima. Y
por último, los grados máximos del citado parentesco
entre quien designa y quien recibe la dignidad,
exclusivamente aplicables en línea recta, no debiera ser
superior a dos grados.
En la Navarra
meridional el desarraigo de los ulteriores príncipes
herederos de la Monarquía Hispánica respecto al título de "príncipe de
Viana" era crónico.
Los príncipes de Asturias no residían en Navarra y su
deferencia por el principesco título vianés era nula. El
desplante de los príncipes de Asturias al título vianés
y su desinterés por llevar el título que dinásticamente
no les correspondía, quedó igualmente patente durante
las tres únicas ocasiones en las que tres diferentes
príncipes de la Corona española tuvieron a bien
personarse en la Navarra peninsular ocupada desde 1512
para asumir su condición de herederos; la primera tuvo
lugar en 1551 bajo el reinado de S.M. Imperial y Real
don Carlos V, cuando el príncipe Felipe de Habsburgo se
presentó ante las Cortes de Navarra reunidas en Tudela
para ser juramentado como príncipe natural del Reino de
Navarra [ ]38.11,
53.61
pero no como "príncipe de Viana". Tampoco fue usurpado el título vianés
cuando en 1592 y bajo el reinado de S.M. don Felipe II
de Habsburgo el príncipe don Felipe, conocido
posteriormente con el sobrenombre de “el Piadoso”, se
personó en Pamplona para recibir el juramento como
heredero, o cuando don Baltasar Carlos hizo lo propio
bajo el reinado de Felipe IV de Habsburgo en 1646. Los
corpus textuales que dan testimonio de los juramentos
efectuados por los tres herederos de la Monarquía
Hispánica anteriormente citados, revelan que nunca
fueron juramentados en calidad de "príncipes de Viana".
En 1586 el
príncipe de Asturias don Felipe (futuro rey de la
Monarquía Hispánica don Felipe III “el Piadoso”) había
sido juramentado en ausencia y por poderes como príncipe
natural heredero del reino de Navarra por el virrey don Francisco
Hurtado de Mendoza
[ ]35.6,
52.257.
Igualmente, cuando en 1592 el príncipe se personó en Pamplona se limitó a ratificar el anterior juramento
efectuado por el virrey don Francisco Hurtado de Mendoza como
príncipe natural heredero del reino
[ ]35.7,
52.258, abandonando Navarra tal
cual llegó: ostentando la titulación de príncipe de
Asturias, pero sin llegar a ser juramentado
como "príncipe de Viana".
El caso de don Baltasar Carlos,
si bien era distinto, terminó de la misma manera52.153.
En 1632 y previamente a que don Baltasar se acercara
hasta Pamplona ya había sido juramento como heredero
natural del reino por el virrey y capitán general
de Navarra don Luys Bravo de Acuña que actuó por poderes
en nombre del príncipe
[ ]36.11,
52.255. Don Baltasar por lo tanto en su
estancia de 1646 se limitó a ratificar el anterior
juramento efectuado por el virrey
[ ]37.11,
52.256.
Ni en el juramento
previo del virrey de 1632, ni en la posterior
confirmación de su juramento efectuada por don Baltasar
en persona en 1646 el príncipe heredero fue aludido en
calidad de príncipe de Viana, permaneciendo el título
sin ser asignado. Ningún otro príncipe de
Asturias de la dinastía Habsburgo volvió nunca hasta
Navarra para ser juramentado.
La llegada en 1700
al trono de España del duque de Anjou, uno de los nietos
del legítimo rey de Navarra S.M. don
Luis XIV de
Francia y III de Navarra, en nada alteró el estatus del
principesco título vianés que continuaba revertido en la
Corona de Navarra. El arribo a Madrid de S.M.
don Felipe V, hasta entonces duque de Anjou, y la
instauración de la Casa de Borbón en la Monarquía
Hispánica se realizaron con la anuencia y protección de
don Luis XIV de Francia y III de Navarra
[ ]37.6,
quien además de asegurarse la lealtad de su nieto y
neutralizar a la beligerante Monarquía Hispánica en política
exterior, seguía ostentando la legítima
titularidad del Reino de Navarra, así como la jefatura
de la Casa de Borbón. Y si bien el legítimo rey de Navarra
don Luis "el Grande" permitió a su nieto don
Felipe V gobernar sobre
la zona meridional de Navarra ocupada desde 1512, don Luis jamás abdicó los derechos sobre las tierras
navarras en favor de Felipe V ni reconoció a su nieto la
potestad de intitularse “rey de Navarra”[ ]52.232.
Con todo, la dignidad de "príncipe de Viana" continuaba
revertida en la Corona navarra, bajo la legítima
titularidad dinástica de S.M. el Cristianísimo rey de
Francia y de Navarra. Y tras la muerte del monarca, con
arreglo a Fuero, la misa sería heredada por su sucesor
el futuro
Luis XV de
Francia y IV de Navarra.
Después de la instauración
de la Casa de Borbón con S.M. don Felipe V en el año
1700 en la Monarquía
Hispánica, igual que ocurrió desde 1512 con los Trastámara o los Habsburgo, tampoco se juramentó a ningún "príncipe
de Asturias" o heredero de la Monarquía Hispánica con el título navarro de "príncipe de Viana".
De tal forma que no ostentaron nunca el título de
"Príncipes de Viana" ni los herederos de SS.MM. don Felipe V,
SS.AA.RR. don Luis y
don Fernando de Borbón, ni el heredero de don Carlos III, el
príncipe de Asturias don Carlos de Borbón, ni el
heredero de don Carlos IV, don Fernando de Borbón.
Precisamente la Constitución de Cádiz del año 1812 reguló
en su artículo 201 la
sucesión a la Corona española bajo el único título de
Príncipe de Asturias [ ]41.13,
52.271,
52.272,
cerrando la posibilidad de restituir el título vianés.
Durante el tortuoso reinado del hijo y sucesor de don
Carlos IV, S.M. el rey de las Españas don Fernando VII y
con el juramento y la entrada en vigor en la Alta Navarra el 11 de
marzo de 1820
[ ]42.9, 52.320 de la Constitución
Política de la Monarquía Española promulgada en
Cádiz el 19 de marzo de 1812, la Alta Navarra dejó de
ser un reino para convertirse en provincia
[ ].
La jura de la
Constitución por parte de don Fernando VII y su
puesta en práctica tuvo como inmediata consecuencia que
en Madrid, tanto las Cortes generales como el Gobierno liberal y el
Consejo de Estado, obrasen enteramente por su cuenta con
premeditado olvido del monarca. Y aunque oficialmente el
ahora rey constitucional don Fernando VII reprobaba los
levantamientos y motines que
comenzaban a prodigarse por España en contra la
Constitución y parecía aprobar cuanto las
Cortes constitucionales dictaminaban
49.51, sintiéndose ninguneado en las
labores de gobierno, el rey de la Monarquía Hispánica
emprendió en la primavera de 1821 una correspondencia
sistemática con las cancillerías extranjeras
49.51
solicitando ayuda militar entre otros a la legítima
familia real Navarra, que estaba establecida en París,
para tratar de revertir la situación y volver a ostentar
el poder absoluto.
S.M. el rey de
Francia y de facto también de Navarra don
Luis "el
Deseado" atendió la petición de ayuda de don Fernando
VII y organizó una incursión militar con la que
atravesar la península y restablecer el absolutismo. El
7 de abril de 1823 el ejército enviado por la familia
real navarra, un contingente militar conocido
popularmente como los "Cien Mil Hijos de San Luis",
cruzó la frontera de la Alta Navarra y tras tomar
militarmente Pamplona el 23 de septiembre de 1823
consiguió completar la restauración del Reino de
Navarra. Pero la restauración y la supresión de la
Constitución de Cádiz no vino acompañada de la
restauración de la legítima familia real navarra en el
trono de Pamplona. Por exigencias de las potencias
europeas, desde el inicio de la incursión militar la
familia real navarra tenía adquirido el compromiso de
ceder el control efectivo de los territorios que el
contingente de los "Cien Mil Hijos de San Luis" fuesen
liberando a las autoridades que debían fidelidad a S.M.
don Fernando VII [ ].
En consecuencia el
ajetreado trienio liberal de 1820 -1823 no terminó
produciendo ninguna alteración en la condición dinástica
del Reino de Navarra, cuya legitimidad continuaba
recayendo en la familia real navarra asentada en París y
el título de "príncipe de Viana" permanecía revertido en
la Corona navarra desde el siglo XVI. De hecho, mientras
don Fernando VII seguía sin descendencia, su hermano
menor e inmediato sucesor en el trono de las Españas el
infante don Carlos María Isidro de Borbón nunca utilizó
entre sus títulos la dignidad de "Príncipe de Viana" por
tratarse de un rango ajeno a la Monarquía Hispánica.
Siete años más
tarde, el 10 de octubre de 1830, nació la primera hija
de S.M. don Fernando VII a la que pusieron de nombre
Isabel. Por voluntad de don Fernando VII la nueva
princesa de Asturias desplazó a su tío don Carlos María
Isidro como inmediata heredera al trono de las Españas.
Pero el infante don Carlos María Isidro entendió que la
decisión de su hermano mayor don Fernando VII de
anteponer a la única hija del monarca, doña Isabel, por
delante de los derechos del hermano menor del rey en la
línea de sucesión vulneraba su mejor derecho al trono
debido a su condición de varón. Decidido a defender su
criterio y disputar la condición de inmediato sucesor
del rey, don Carlos María Isidro se negó a jurar por
princesa de Asturias a su sobrina Isabel [ ]52.313.
No obstante, la
nueva disputa dinástica por el trono surgida en la
familia real española entre sobrina y tío por el trono
que acababa de encenderse, resultaba como siempre ajena
al principesco título vianés que continuaba revertido en
la legítima Corona de Navarra; mientras fue princesa
heredera doña Isabel nunca ostentó ni utilizó en la
disputa dinástica contraída con su tío don Carlos María
Isidro de Borbón el título de "Príncesa de Viana". E
igualmente su tío Carlos María Isidro ni su sucesor don
Carlos Luis de Borbón, ambos pretendientes carlistas una
vez fallecido don Fernando VII y que disputaron el trono
a doña Isabel bajo los nombres de Carlos V y
Carlos VI, tampoco ostentaron jamás el título de
"Príncipes de Viana".
Será la referida
princesa de Asturias doña Isabel, una vez constituida
como reina de las Españas, quien siguiendo el decreto de
las Cortes Españolas y los designios de su regente don
Baldomero Espartero abolirá definitivamente el Reino de
Navarra en 1841
[ ]41.12.
Con su decisión imposibilitó toda futura designación
efectiva como "príncipe de Viana" a quienes
dinásticamente tenían la legítima potestad de designarlo
y de recibirlo, al extinguir el reino sobre el cual
debía reinar el eventual heredero.
A
medida que el reinado de doña Isabel II
avanzaba, el descrédito moral y el nivel de
deslegitimación simbólica de la monarquía
liberal que la propia reina encarnaba generó
un descontento generalizado en la población.
Fácilmente manipulable por sus ministros y por
los confesores de su Corte, Isabel II interfería
con frecuencia y erráticamente en política, lo
que la hizo igual de impopular entre la clase
política de la época. En estas circunstancias,
en los primeros días de verano de 1868 las
continuas protestas contra el régimen isabelino
ya presagiaban una próxima sublevación militar
que contaría de igual modo con la participación
de
elementos civiles.
Para
entonces doña Isabel II ya había conocido al
conde de Brassac, un adinerado y embaucador
noble francés. Don Enrique Gastón de Galard del
Bearne, que así se llamaba el conde, era un
lejano descendiente de un medio hermano del
conde Gastón IV de Foix, conde de Foix y señor
soberano del Bearne, consorte de la que en su
día fuera princesa de Viana doña Leonor de
Trastámara, posterior reina doña Leonor I de
Navarra. Sin pertenecer a la realeza y sin
parentesco de sangre con la familia real navarra,
don Enrique Gastón se las apañó para presentarse
ante Isabel II como descendiente de familia de
origen Real y vincular sus orígenes bearneses
con la legitimidad del título de "príncipe de
Viana". |
|
53.59 |
Decreto de la reina doña Isabel II
concediendo los títulos de "príncipe de Viana" y "duque de Cantabria" a
don Enrique de Gastón de Galard del Bearne. La Real Gracia fue otorgada
por la reina de las Españas el 12 de julio de 1868 en San Ildefonso.
Fotografía del original, conservada en los "Archives
nationales" de Francia, fondos "Béarn de Chalais", depositados por la
Princesa de Bearn en 1947. Información recogida en la plataforma
digital: "Viana Digital Archive".53.59 |
Doña Isabel II, otrora sancionadora de la ley del 16
de agosto de 1841 por la que abolió
legislativamente las últimas estructuras
formales del Reino de
Navarra41,10 53.57, complació los zalameros deseos del
conde de Brassac, y usando los discutidos
derechos que ella creía tener y sin restituir
previamente el reino navarro, concedió por regio
decreto otorgado en San Ildefonso el 12 de Julio
de 1868 la concesión de los títulos de "Príncipe
de Viana" y "Duque de Cantabria" en favor de don
Enrique Gastón
.
Trascripción de la concesión
de la Real Gracia otorgando los títulos nobiliarios "príncipe de Viana" y
"Duque de Cantabria":
53.59
|
« Ysabel 2ª por la Gracia de Dios y la Constitución.
Usando de los derechos que nos confiere la ley y obrando por nuestra espontánea
y propia voluntad y deseando dar a nuestro muy querido primo Don Gastón de Bearn
una prueba solemne y notoria de nuestra gratitud recompensándolo según y como es
debido a su elevada categoría, cuya familia es de origen Real, por los muchos y
grandes servicios que ha prestado en todas épocas a la Nación Española y también
como un testimoio de nuestro mayor agradecimiento por los muchos e importantes
favores que en diferentes circunstancias nos ha prestado
Hemos decretado y
decretamos lo siguiente:
Los
títulos de
Príncipe de Viana y
Duque de Cantabria, con
el título de Alteza, quedan desde hoy día de la fecha, reconocidos y
aprobados
por nosotras y en tanto que fuera menester
concedidos
a favor de nuestro querido
primo
Don Gastón de Bearn.
Esto lo hacemos en virtud de nuestro [ilegible] y [ilegible] Soberanía, y para
que conste y quede para siempre establecido, lo hacemos por escrito y firmado
de nuestras manos y sellado con nuestro Real sello.
Dado en San Ildefonso a doce de
Julio de 1868.
Yo la Reyna
Ysabel. » |
|
|
Con el
contradictorio y unilateral reconocimiento de
don Enrique Gastón de Galard del Bearne como
"príncipe de Viana", doña Isabel II no sólo
obvió la distintiva autoridad y derecho premial
del legítimo titular del Reino de Navarra y Jefe
de la Casa de Borbón, S.M. don
Enrique
IV "de Chambord". Sino que además degradó el
principesco "título de la Casa Real" a mero
"título nobiliario", beneficiando con su
graciosa regia concesión la titularidad del
principesco título a un particular ajeno a la
familia real carente de toda condición de
sucesor de la Corona, tanto a la navarra como a
la española.
|
|
Apenas
dos meses después de la ilegítima concesión del título vianés, Isabel II y su familia partieron de
vacaciones a mediados de septiembre de 1868 a la
costa de Vizcaya. Allí empezaron a llegarles
desconcertantes telegramas advirtiendo de varios
focos golpistas en diversos puntos de España. La reina se apresuró
a acudir a San Sebastián, su habitual lugar de
veraneo y que estaba equipado con eficaces
sistemas de telecomunicación, donde le
informaron del inapelable alcance de la
sublevación. Tras negociar la protección que le
dispensarían los emperadores de Francia SS.MM.II.
don Napoleón III y su esposa de origen español doña
Eugenia de Montijo, asiduos veraneantes de la
próxima localidad francesa de Biarritz, Isabel
II huyó de España en tren el día 30 por la
frontera de Irún jactándose de no renunciar a
ninguno de los derechos sobre la Corona española
que entendía poseer. En poco más de dos meses
Isabel II pasó de conceder el título de
"príncipe de Viana", sin disponer de
atribuciones para hacerlo, a ser conducida al
exilio por un proceso revolucionario originado
por el descrédito de su monarquía.
Don
Enrique Gastón, decidido a sacar provecho del principesco título
concedido por la reina ahora exiliada y de la
incertidumbre instalada en España por el trono
vacante de la Corona y las políticas del
gobierno provisional formado tras el
derrocamiento de Isabel II,
se presentó en la ciudad de Viana con el
principesco título bajo el brazo el 30 de enero
de 1869 52.254.
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Los cinco legítimos
"PRÍNCIPES DE VIANA":
1º Carlos de Viana (1423).
[ ]52.249
Consorte: Inés de de Cleves.
2º Gastón
de Foix (1469), vizconde de Castellbó.
Consorte: Magdalena de Valois.
3º
Francisco
Febo (≤1472)
Tutora: Magdalena de Valois.
[ ]52.268
4º Andrés
Febo (≤1501)
[ ]52.262,
51.36
5º
Enrique de Albret
(≤1505)
[ ]52.249
Año 1517: el
título queda revertido en la Corona de Navarra.3 |
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La
entrada en Viana de don Enrique Gastón suscitó
entusiasmos populares y se celebraron diversos
festejos, banquetes, fuegos artificiales y
eventos musicales. Valiéndose de su acaudalada
posición supo ganarse a los vianeses con actos
caritativos en las beneficencias, entregando en las
gradas de la plaza pública una peseta a cada uno
de los pobres y meros jornaleros, viudas y
huérfanos. Igualmente repartió 1.000 pesetas
para el hospital52.254.
Con su
actitud pronto consiguió atraerse también el
reconocimiento de la corporación municipal,
propensa a priorizar el interés monetario antes
que otro tipo de consideraciones relacionadas
con las legitimaciones dinásticas. Del
ayuntamiento de Viana don Enrique Gastón recibió
oficialmente y en su correspondiente bando el
tratamiento de "Su Alteza el Serenísimo Señor
Príncipe". Paralelamente compró al ayuntamiento
el ya por entonces ruinoso castillo de Viana por
43.000 pesetas, con la condición de que
construyera a sus expensas una cárcel pública con arreglo al plano que le
presentara el ayuntamiento de Viana. Asimismo,
el cuatro de febrero de 1870 el ilustre
personaje fue nombrado vecino de la ciudad de
Viana52.254.
Al
tiempo, estalló la guerra entre Francia y
Prusia, y don Enrique Gastón fue requerido en su
país para integrar las filas del ejército galo
con el grado de capitán, siendo asignado al
Estado Mayor del general Trochu, gobernador de
París y responsable de la defensa de la capital.
La guerra sin embargo se dilucidó en contra de
los intereses de Francia y el emperador Napoleón
III. El 2 de septiembre de 1870 el propio
Napoleón III quedó cercado en la batalla de
Sedán y fue tomado como prisionero por los
prusianos. Cautivo el emperador y derrocado el
Segundo Imperio Francés, el 4 de septiembre de
1870 se proclamó en París la Tercera República
Francesa, por lo que don Enrique Gastón
anteponiendo sus obligaciones militares, no
regresó a Viana.
Licenciado por un año sin sueldo52.254
del ejército francés en mayo de 1872, decidió no
participar en la nueva guerra estallada un mes
antes en España entre "amadeístas" y
"carlistas". En la citada Tercera Guerra
Carlista, por una parte luchaban el gobierno de
S.M. don Amadeo I, rey venido por elección
democrática de las Cortes Españolas a sustituir
a doña Isabel II. Y por la otra parte guerreaban
los partidarios de don Carlos de Borbón
[ ], duque
de Madrid, pretendiente carlista al trono de
España bajo el nombre de "Carlos VII" [ ]44.7,
antagonista del ideario político de doña Isabel
II, y candidato preferente
[ ]49.50,
52.270 del rey titular de
Navarra y pretendiente al trono de Francia S.M.
don Enrique IV "de Chambord"[ ]49.19, Jefe de la Casa de
Borbón. Escrupulosos con la historia del reino
de Navarra y con la legitimidad que emanaba don
Enrique IV "de Chambord", ninguno de los
inmediatos herederos de los pretendientes
carlistas, los hermanos don Carlos Luis y don
Juan Carlos de Borbón y Braganza, los hermanos
don Carlos María y Alfonso de Borbón y
Austria-Este, o don Jaime de Borbón y Borbón
Parma, llegaron nunca ni a ser asignados ni a
autoproclamarse con el título de "príncipes de
Viana".
A
finales de 1873 y gracias a una carta de
recomendación de su valedora Isabel II, que
vivía exiliada en París, don Enrique Gastón fue
recibido en audiencia en calidad de príncipe de
Viana por el papa Pio IX
[ ]49.50,
52.270,
tratando de validar por vía de hecho el
principesco título que por vía de legítimo
derecho no le correspondía.
La
posterior restauración de la rama liberal
borbónica en el trono de España en 1874 y el
fallecimiento de don Enrique Gaston de Galard en
Pau, el 18 de junio de 1893, no alteró la
ilegítima concesión del título vianés a la
familia Galard. Así, el 14 de mayo de 1894 don
Luis Vilar y Vilar45.26,
rey de armas de S.M. don Alfonso XIII, concedió
en su nombre y en el de la reina regente doña
María Cristina de Habsburgo-Lorena un real
despacho de nobleza y armas
[ ]53.58
en beneficio del hermano menor del ya difunto don Enrique
Gastón de Galard, don Luis Juan Sanche Arsias,
que incluía una confirmación explícita a la
concesión y reconocimiento que en su día hizo la
reina Isabel II en favor de don Enrique Gastón en 1868.
Al
igual que ocurrió con su abuela doña Isabel II,
don Alfonso XIII también fue derrocado en 1931.
En sustitución del régimen monárquico fue
proclamada la II República Española, y don
Alfonso XIII tuvo que exiliarse fuera de España.
Durante
el exilio, el derrocado monarca jamás proclamó
ni aludió como "príncipes de Viana" a ninguno de
sus 6 hijos habidos con su esposa doña Victoria
Eugenia de Battenberg: SS.AA.RR. el príncipe de
Asturias don Alfonso, y los infantes don Jaime,
doña Beatriz, doña María Cristina, don Juan y
don Gonzalo.
Mientras tanto, el 7 de enero de 1936 el
presidente de la República Española firmó el
decreto de disolución de las Cortes y convocó
las terceras elecciones generales de la II
República, celebradas por sufragio universal
entre los días 16 de febrero y 1 de marzo de
1936. Tras confirmarse la victoria de la
coalición de izquierdas del Frente Popular en
España, el 17 de julio de se inició en Marruecos
un golpe de Estado auspiciado por militares
y milicianos contrarios a la II República, cuyo parcial
fracaso propiciará el comienzo de una dura
Guerra Civil de desgaste. Finalmente la
contienda se decantó a favor de un régimen
dictatorial bajo el general don Francisco
Franco.
Tras la
II Guerra Mundial y para prestar apariencia de
normalidad al Estado totalitario que gobernaba,
el general Franco promulgó en 1947 la "Ley de
Sucesión a la Jefatura de Estado"
[ ]47.4
en cuyo articulado se venía a decir que el
Estado español se constituía en Reino
confesional. Franco se había otorgado la
potestad de prolongarse en el cargo de jefe de
Estado de por vida y como único elector de aquel
postulante que le vendría a suceder a título de
rey de España. Entre los criterios del dictador
para evaluar a los candidatos al trono vacante
no se encontraban los fundamentos de las leyes
de sucesión tradicionales de España. Los
candidatos serían valorados exclusivamente en
virtud de la idoneidad legal surgida tras el
"Alzamiento Nacional" del 18 de julio contra la
II República Española, con independencia de la
actual disposición dinástica de cada postulante.
A
partir de ese momento comenzó una feroz partida
de ajedrez entre los miembros de la realeza
interesados en ganarse los favores de Franco. No
será hasta julio de 1969 cuando las Cortes
Franquistas, a propuesta del propio dictador,
designaron al futuro sucesor de Franco a título
de rey de España.
Desde
1947 y hasta la designación oficial del sucesor
en 1969, algunos postulantes no dudaron en
autoasignarse el título de "príncipe de
Asturias" o asignar como tales a sus inmediatos
sucesores para tratar de posicionar con más
raigambre sus respectivas candidaturas. El
régimen del general Franco, sin embargo, se
negaba a reconocer a ningún candidato bajo el
título de “Príncipe de Asturias” antes de la
designación oficial del sucesor de Franco, pues
ello significaba reconocer de forma tácita al
portador o a su progenitor o portador como rey o
sucesor del rey de España.
Mientras duró este proceso electivo de sucesión auspiciado por el régimen franquista
ninguno de los candidatos optó por autoasignarse
el título de "Príncipe de Viana", a diferencia
de lo ocurrido con el codiciado título de
"Príncipe de Asturias", ya que el
título vianés no era un rango vinculado
tradicionalmente al sucesor de la Corona de
España
[ ].
Finalmente, el 22 de julio de 1969 Franco
anunció públicamente que el candidato que más
muestras de lealtad al régimen y a los
principios del Movimiento Nacional le había
mostrado había sido un miembro de una de la rama
cadete o secundaria de la Casa de Borbón, don
Juan Carlos de Borbón. Consecuentemente, el
general propuso a las Cortes franquistas que
ratificaran a don Juan Carlos como su futuro
sucesor en la Jefatura del Estado.
La
elección del candidato efectuada por el general
Franco no respetaba el orden sucesorio
tradicional de la Casa Real española. El general
desechó discrecionalmente restaurar la monarquía
tradicional previa a la II República Española, y
se decantó por instaurar una renovada monarquía
de nuevo cuño. Para resaltar la citada ruptura
con la antigua monarquía tradicional española,
se acordó oficializar el inédito título de
"Príncipe de España", y no el tradicional título
de "príncipe de Asturias", para el sucesor de
Franco a la Jefatura del Estado, don Juan Carlos
de Borbón.
Como no
podía ser de otra manera durante un periodo
dictatorial, las Cortes franquistas
designaron, con los votos de 491 procuradores a
favor, 19 en contra y 9 abstenciones, a don Juan
Carlos de Borbón como sucesor del General Franco
en la Jefatura del Estado, a propuesta del
propio dictador.
53.102
Ajeno
desde 1512 a todas estas vicisitudes
relacionadas con la Corona de España quedaba el
título navarro de "príncipe de Viana",
titulación ausente en 1969 en las jornadas de
nombramiento del sucesor a la jefatura del
Estado así como en las disputas dinastas españolas, al no ser
considerado ni por los franquistas ni por los
monárquicos españoles como un título vinculado al sucesor
de la Corona de España y haber sido precisamente abolido
definitivamente el Reino de Navarra por la
monarquía española en 1841.
(...)"
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